Los juguetes de Sandra.
Sandra tiene muchos juguetes, pero no los
cuida muy bien, siempre están
sucios, rotos, tirados por toda Ia casa. La niña en vez de jugar con ellos, los
golpea y los rompe.
Una noche mientras Sandra dormía, los
juguetes se levantaron sin hacer
mucho ruido, Ia muñeca que fue Ia primera en
despertar, comenzó a llamar a
los demás: a Ia pelota, al osito de peluche,
al barquito de papel, al trompo, al
payaso de trapo y hasta
al soldadito de plomo que había terminado su guardia.
Esta habló con los juguetes diciéndoles que
era hora de irse en busca de otros
niños que sepan cuidar
de sus juguetes.
Todos estuvieron de acuerdo estaban agotados
y doloridos, Ia pelota estaba
casi sin aire y sucia, el osito de peluche ya
había perdido una oreja, el barquito
de papel estaba todo arrugado, el trompo era
ya incapaz de dar una vuelta
completa, el pobre payaso de trapo estaba sin
sus hermosos zapatones y el
débil soldadito ya no tenía fuerza ni para
sostenerse en pie y firme.
No solo se querían ir por el mal estado en
que estaban sino también porque no
se porta del todo bien con su mamá. Todos
pensaron que era una gran idea,
así que comenzaron a salir en silencio, pero
el conejo al salir saltando no vio
un
zapato que estaba bajo Ia cama y tropezó con él haciendo mucho ruido,
tanto, que Ia niña
desperto.
Sandra enseguida se dio cuenta de que sus
juguetes querían marcharse y se
puso a pensar que si sus juguetes se iban
ella quedaría muy sola y triste, pues
hasta el libro de cuentos, al que le había
arrancado Ias hojas y rayado con el
boli, estaba dispuesto
a marcharse.
Entonces sin pensarlo mucho les pidió perdón y les prometió que no Io
volvería a hacer, los juguetes saltaron de alegría por fin Ia pequeña niña los
cuidaría. Desde entonces cada juguete que le regalan Io cuida con más cariño.
Miguel García Robles
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