viernes, 24 de mayo de 2013


El ratoncito explorador.    
Había una vez un ratoncito que vivía con su mama en una linda cueva
donde había muchísimo queso, pero esto no era suficiente para el inquieto
ratoncito él quería saber más del mundo exterior, así que un buen dia le dijo
a su mamá:
-Mamá, quiero ir de paseo, conocer el mundo, saber Io que hay allá afuera,
quiero ser explorador.
La mamá Io miro asombrada, con una cara tan extraña como Ia que alguno de vosotr@s habéis puesto.
-No querido, eres aún muy pequeñín, te puede comer el gato o caer en una
trampa de ratones.- dijo Ia mamá.
-El ratoncito no hizo caso, se escapó y comenzó su largo viaje, por el
camino se encontró con una vaca.
-jMuuu, muuu!, ¿adónde vas, ratoncito?- mugió Ia vaca.
-Voy de excursión.-dijo sonriente.
- No vayas ratoncito, puede ser muy peligroso, eres pequeñín, te comerá el
gato o caerás en una ratonera.- le explico Ia vaca.
El ratoncito no hizo caso y siguió su camino por el cuál se encontró con
varios animales que le decían Io mismo cada vez que él contaba su
aventura.
Finalmente llegó a una casa y entro por un agujero que había en Ia cocina,
allí vio un enorme queso y como tenía tanta hambre decidió comer un poco,
de pronto entro el cocinero quién dio un gran grito y comenzó a espantarlo,
 


el pobre ratoncito corrió y corrió, pasó cerca de una ratonera pero no entro en ella, al oír los gritos de su amo entro un gigantesco gato de grandes bigotes y comenzó a perseguirlo, el ratoncito se asustó mucho, tanto corría que sin darse cuenta logro salir por el mismo agujero por donde se había colado.
Con gran susto volvió a su cueva, Ia mamá al verlo Io abrazó muy fuerte, este le conto Io sucedido al verla tan preocupada y le prometió que esperaría hacerse mayor para convertirse en un gran explorador.
             MIGUEL GARCÍA ROBLES
 

lLA ESCUELA DE PAPÁ GALLO


La escuela de Papá Gallo        
 Erasé una vez una gallina y un gallo que tenían tres pollitos
muy majos. Un día mama gallina dijo:
-Papá gallo, hay que enseñar a cantar a nuestros hijos, creo que ya les ha
llegado Ia hora.
-Sí,   vamos  a  preparar  Ia  escuela,   yo  seré  el   profesor-  dijo   muy
entusiasmado.
Mama gallina y papá gallo prepararon Ia escuela, colocaron piedras que
serían los pupitres, si ya sé que te asombrará eso de piedras por pupitres
pero recuerda, es una escuela para aves y estas están más cómodas de pie
que sentadito como Io haces tú en el cole, pues te sigo contando, la
pizarra era una gran corteza de árbol ya muy viejo que estaba tirado en el
patio, en este escribieron un letrero que decía KIKIRIKí.
Cuando todos los nuevos alumnos llegaron, papá gallo preguntó:
-iQue dice aquí, hijitos?
-Pi, pi, pi- contestaron los pollitos.
-jOH, no!, escuchen KIKIRIKí- cantó papá gallo.
Pero los pollitos repetían una y otra vez pi, pi, pi, así que el profesor decidió
hacerlo uno por uno.
-Pollito amarillo, dilo tú.-dijo papá gallo señalando la pizarra.
-  Pi, pi, pí.-cantó el pequeñín.
-  Pollito amarillo aún no estás listo para cantar.- dijo señalando ahora a otro de sus hijos.
-A ver cómo Io haces tú pollito blanco. -Pio, pio, pio- contestó este.
 


-Tú aún necesitas continuar ejercitando- sonrió papá gallo.

-Y tú poilito negro, ^qué dice aqui?- dijo señalando la pizarra.

- KIKIRIKí- respondió este.

Así con Ia ayuda del pollito negro, los demás aprendieron y Io hicieron tan

bién que todos los animales de Ia granja vivían orgullosos de sus tres gallos

cantores.   

 

                       MIGUEL GARCÍA ROBLES             

 

 

jueves, 9 de mayo de 2013

La peonza revoltosa


La peonza revoltosa      
En una gran caja de juguetes vivía una peonza que era muy grande y hermosa, se le daba cuerda y comenzaba a bailar ¡ hasta tenía música ¡.La peonza era el más alegre de todos los juguetes, pero era muy revoltosa y tenía juegos muy molestos. Una vez que estaba bailando ni se dio cuenta de que había lastimado al osito de peluche, también tropezó con un cochecito que estaba descansando. Cuando Ia pelota dormía Ia despertaba de un gran susto y Ia hacía dar muchos saltos, los juguetes no aguantaron mucho más, así que se reunieron y acordaron hacer algo. El payaso seria el encargado de castigar al trompo, por Io que se acercó a él y le preguntó:
-       jHey!, querida peonza, ¡te gusta bailar?
-       jMuchísimol (contestó la peonza).
Este comenzó a bailar para mostrarle al payaso cuanto realmente le gustaba y cada vez que se paraba el payaso le volvía a dar cuerda y así la peonza tenía que seguir bailando. Tan cansada se veía que los demás juguetes pensaron que ya era suficiente el castigo y le dijeron: -Todo esto que has pasado te Io merecías por tus travesuras, chocas con nosotros y nos lastimas para divertirte. Prométenos que no Io harás más y que bailarás con más cuidado. -Sí, sí, Io prometo- dijo la peonza medio mareada. Desde ese día la peonza baila bellamente, con graciosos giros y sin tropezar con los demás juguetes. Si en tu casa mi pequeño amigo tienes una peonza tan revoltosa como esta, te aconsejo que le cuentes esta pequeña historia y verás que aprenderá tanto como a tú.
Miguel García Robles