La isla del gigante.
Una noche en una isla muy, pero muy pequeña, tan pequeña como Ia
moneda de cinco céntimos, hubo una gran tormenta, todos sus habitantes
se asustaron mucho pues nunca habían visto nada
igual.
A Ia mañana siguiente una voz despertó a gritos a
todos:
-jGIGANTE, GIGANTE!
Se asomaron a Ias ventanas y por encima de los techos de Ias casas
podían ver a un gigante, este tenía una
larga barba que le descansaba
sobre un pecho desnudo, el cual a su vez terminaba en una enorme panza
con un ombligo que parecía no tener fin, el pantalón estaba ajustado por un
gran cinturón con una hebilla plateada que centelleaba
a Ia luz del sol.
Los habitantes temblaban de miedo, pero Ia cara triste y
noble del gigante despertó en ellos Ia duda de si temerle o compadecerse
de él.
Pasaron varios días y se hicieron todos muy buenos amigos, pero aún Ia
tristeza seguía reflejada en su cara, se había convertido en una carga para
Ias personitas de aquel lugar, ya que Io tenían que alimentar sentado pues
al más mínimo movimiento Ias casas caían al suelo.
Una noche en que todos descansaban se acercaron a Ia isla varios barcos
piratas, grandes cañonazos caían cerca de Ia playa, nadie sabía qué hacer
pues no sabían Io que era Ia guerra, pero allí estaba el gigante el cual
tomo
mucho aire y sopló tan fuerte que se levantaron grandes olas, tan grandes
como él, los piratas cayeron al mar, el miedo que sentían era tal que se
fueron nadando y nunca más volvieron. Desde
entonces el gigante es el guardián de la isla y solo permite que allí se
acerquen los verdaderos amigos.
Miguel Garcia Robles