viernes, 25 de enero de 2013

Una leccion para Dulce



Una lección para Dulce.              
En un valle no muy cercano, había un hormiguero. En él las hormigas trabajaban sin descanso pues pronto llegaría el invierno y debían guardar mucha comida para no morir de hambre, recogían granos de arroz, migas de pan y alguna que otra gota de miel que le regalaban las abejas. Pero entre las hormigas había una a la que no le gustaba compartir el fruto de su trabajo, todo lo que guardaba era para ella, por eso no quería que nadie la ayudara, espero que mis pequeños amiguit@s no sean como Dulce pues el trabajo, tanto como el juego se disfruta más en compañía.
Las hormigas fueron ante la reina y le explicaron lo que sucedía, la reina quedo , pensativa, si que era un problema serio, una hormiga sola no podía cargar con todo el alimento que necesitaría para pasar el invierno, después de pensar un rato esta dijo que Dulce haría sola su propio almacén. Dijo:  -.Yo, La reina de este hormiguero, exijo que se le prepare a Dulce un almacén para ella sola, comerá este invierno, solo la comida que sea capaz de recolectar.-
Y así fue, Dulce pasó todo el verano cargando solo su comida, trabajó mucho es cierto, pero solo logro reunir unos cuantos granos de maíz y otros de azúcar. Al llegar el invierno el valle se vistió de blanco, las plantas estaban secas y no había donde buscar ni un granito de arroz por pequeño que fuera. Dulce se sentía cómoda en su almacén solo para ella, los primeros días del invierno los pasó sin preocuparse, pero fue quedándose poco a poco sin alimentos pues era muy comilona.
Comenzó entonces a pensar en toda aquella comida deliciosa que tendrían en el hormiguero y que entre todas habían cargado, claro sin su ayuda.


Decidió acercarse al hormiguero, del agujero salía el sabroso olor de las
semillas de almendras y recordó lo calientito que era estar todas allí juntas,
entonces decidió entrar.
-Perdónenme, sé que he sido muy egoísta con ustedes, no quise compartir y
ahora no tengo alimentos,- dijo Dulce entre sollozos.
-El trabajo cuando se realiza entre todos toca a menos y podemos lograr más,
me alegra que hayas aprendido tu lección. - dijo la reina sonriente.
Las demás hormigas la invitaron a que disfrutara de toda la comida que allí
había. Desde entonces Dulce trabaja junto a sus compañeras y comparten el
fruto de su trabajo. 
                          Miguel García Robles

miércoles, 23 de enero de 2013

La abeja y la mariposa



La abeja y Ia mariposa.
Un día de primavera, de esos en que los animales del campo tienen algo que
hacer, ocurrió una historia que ahora mismo les contaré y ojalá les guste.
 Se trata de una linda mariposa que revoloteaba entre
Ias flores, Ias besaba y luego volaba a otra, en su juego se cruzó con una abeja
que llevaba su cesta llena de miel, por Io que Ia cesta cayó y quedo vacía.
La abeja se enfadó muchísimo y hasta llamó tonta a la pobre mariposa, esta no
sabía qué hacer para disculparse, intento ayudar a recoger Ia miel pero Ia abeja
seguía insultándola diciéndole que mientras ella trabajaba todo el día, Ia
mariposa solo juegaba con Ias flores, luego recogió su cesta vacía y se fue.
La mariposa quedo muy triste, así que decidió marcharse al caer Ia noche.
Al día siguiente una voz de alarma despertó a todos, Ias flores estaban
marchitándose, no querían que nadie Ias cuidara, ni siquiera Ias abejas, solo se
les escucha preguntar por su amiga Ia mariposa.
Decidieron ir sin demora a buscarla, Ia llamaban, miraban en todos los sitios,
pero nada, hasta que Ia abeja comenzó a gritar que Ia perdonara y que Ias
flores estaban muriendo por su ausencia.
Al escuchar esto, Ia mariposa voló Io más rápido que pudo. LIegó al jardín  y
comenzó a besar a sus flores como antes, como siempre, y ellas sonrieron
felices.
Desde entonces Ia abeja y Ia mariposa se comparten el trabajo, una alegra Ias
flores y Ia otra liba el néctar de ellas.
                                            Miguel García Robles
Diccionario=  Liba= degustar o chupar

Un inmenso tesoro



Un inmenso tesoro.
Érase una vez en una bella granja donde vivían un gallo, un conejo y un cerdo sucedió algo inimaginable, pues si, ocurrió que una hermosa pero a su vez rara ave se acercó a ellos, les entrego un objeto envuelto en hojas de un color verde intenso, adornado con una margarita y les pidió que cuidaran ese tesoro. El ave se marchó, los ojos de los tres animalitos centellaban de curiosidad, estos imaginaban que dentro había un gran diamante, o quizás un genio maravilloso, de ese con el que tú sueñas aparezca y te conceda los tres deseos, también los tres animales pensaron que quizás se trataba de una pluma mágica. Rápidamente miraron en su interior pero qué decepción! dentro solo había una pequeña semilla.
Sin darle mucha importancia Ia dejaron en el suelo y sin más se alejaron del lugar. Por allí pasó un carnero y se encontró con Ia semilla que lloraba, esta le conto como los animales Ia habían abandonado, este se compadeció de ella y comenzó a cuidaría, abrió un agujero en Ia tierra, echó Ia semilla, Ia cubrió y luego Ia rego con agua fresca.
Cada día el carnero visitaba a su amiga y se sentaba a esperar mientras pensaba si Ia pequeña semilla se encontraría bien o si se ahogaría allá abajo. Pasó el tiempo y el carnero comenzó a preocuparse, hasta que no pudo más y comenzó a llamar a su amiga, al escuchar los gritos se acercaron el gallo, el conejo y el cerdo para ver qué sucedía.
De pronto sintieron que Ia tierra se movía bajo sus pies y se abrazaron de miedo, fue entonces que vieron brotar de Ia tierra un frágil tallo que rápidamente se elevó al cielo, convirtiéndose en un fuerte árbol, este echó

ramas, y Ias ramas hojas, y en Ias hojas, flores, y en Ias flores frutos y en los
frutos habían muchas semillas igual a aquella que había sido cuidada por el
carnero.
De Ias flores se desprendía el suave olor del azahar, y sus frondosas ramas
esparcían suficiente sombra para que todos pudieran descansar.
Todos estaban tan asombrados, que no podían creerlo, nunca habían visto un
árbol, entonces comprendieron porque Ia hermosa y rara ave les habían dicho
que era un valioso tesoro.
                                          Miguel García Robles

Los juguetes de Sandra



Los juguetes de Sandra.
Sandra tiene muchos juguetes, pero no los cuida muy bien, siempre están
sucios, rotos, tirados por toda Ia casa. La niña en vez de jugar con ellos, los
golpea y los rompe.
Una noche mientras Sandra dormía, los juguetes se levantaron sin hacer
mucho ruido, Ia muñeca que fue Ia primera en despertar, comenzó a llamar a
los demás: a Ia pelota, al osito de peluche, al barquito de papel, al trompo, al
payaso de trapo y hasta al soldadito de plomo que había terminado su guardia.
Esta habló con los juguetes diciéndoles que era hora de irse en busca de otros
niños que sepan cuidar de sus juguetes.
Todos estuvieron de acuerdo estaban agotados y doloridos, Ia pelota estaba
casi sin aire y sucia, el osito de peluche ya había perdido una oreja, el barquito
de papel estaba todo arrugado, el trompo era ya incapaz de dar una vuelta
completa, el pobre payaso de trapo estaba sin sus hermosos zapatones y el
débil soldadito ya no tenía fuerza ni para sostenerse en pie y firme.
No solo se querían ir por el mal estado en que estaban sino también porque no
se porta del todo bien con su mamá. Todos pensaron que era una gran idea,
así que comenzaron a salir en silencio, pero el conejo al salir saltando no vio
un  zapato que estaba bajo Ia cama y tropezó con él haciendo mucho ruido,
tanto, que Ia niña desperto.
Sandra enseguida se dio cuenta de que sus juguetes querían marcharse y se
puso a pensar que si sus juguetes se iban ella quedaría muy sola y triste, pues
hasta el libro de cuentos, al que le había arrancado Ias hojas y rayado con el
boli, estaba dispuesto a marcharse.


Entonces sin pensarlo mucho les pidió perdón y les prometió que no Io volvería a hacer, los juguetes saltaron de alegría por fin Ia pequeña niña los cuidaría. Desde entonces cada juguete que le regalan Io cuida con más cariño.

                               Miguel García Robles

Sueño Marinero



Sueño marinero.
En una enorme bahía donde entraban y salían barcos muy hermosos vivía un niño que se llama Sebastián, al pequeño le gustaba mirar desde su ventana como estos iban y venían, subían y elevaban anclas, sonaban el silbato, pero nuestro amigo no solo disfrutaba observando estas maravillas él soñaba con ser marinero y pasaba horas construyendo barquitos de papel. Una noche antes de dormir, miro al mar azul iluminado por Ia luna redonda y deseó una vez más ser marinero, luego se quedó dormido. En sus sueños vio uno de sus barcos de papel navegando en el ancho mar, que sorpresa! él estaba allí vestido de marinero y era el capitán.
Tal fue su alegría que decidió comenzar su viaje a lugares insospechados, tanto navegó que llegó a una isla encantada donde no existía Ia noche, pues un hechizo había ocultado Ia luna. En ese lugar todos vivían preocupados y no sabían cómo ayudar, solo él con su inteligencia salvo a Ia luna y fue el héroe de aquella pequeña isla.
El despertar de Sebastián no fue igual al de otros días, claro que no, se levantó sonriendo y pensando que cuando se hiciera grande esa isla, él encontraría. Así que tú pequeño lector no temas en soñar, pues quién sabe y talvez todos tus buenos sueños se hacen realidad.
Miguel García Robles

Los juguetes de Sandra

El deseo de un grillo



El deseo de un grillo.
En una bella noche de luna y cielo estrellado, se lamentaba un grillo de su mala suerte y fortuna ya que le encantaba Ia música pero Ia verdad no era muy bueno, le encantaba escuchar el croar de Ias ranas del charco, el canto de Ia lechuza, que aunque Io asustaba no podía negar que su voz era muy dulce. El grillo sonaba cada día con cantar y alegrar Ias noches y hacer además una gran orquesta junto con Ia rana y Ia lechuza.
Pero sucedió que uno de esos dias en que como tantas otras veces se encontraba sonando despierto descansando sobre una hoja de violeta, sintió una cosquilla en sus largas patas, al rascarse escuchó un "CRIC, CRIC", muy asombrado volvió a probar, esta vez Io hizo más fuerte y el "CRIC, CRIC" de sus patas se escuchó por todo el campo, el grillo no Io podía creer, claro que yo tampoco, no me imagino un grillo músico con vestido de gala, dirigiendo una orquesta, pero suena gracioso, pues miren que si, era nada más y nada menos que música, de sus patas brotaba Ia música más tierna que jamás escucharíamos.
Al principio le costó un poco de trabajo organizar Ias notas musicales, pero poco a poco Io fue logrando. El grillo estaba muy feliz, su música podía acompañar el canto de Ia rana y Ia lechuza. El viento Io llevaría de un lugar a otro en Ia oscuridad y hasta Ias estrellas asistirían a su gran velada.                                                                                                                                                                                       
  Miguel García Robles