La mariposa encantada.
Una tarde un niño se encontraba cazando
mariposas, Ias atrapaba y luego
Ias encerraba en una botella de cristal,
claro que sé que este niño no hace
Io correcto, pero
terminen de leer el cuento y verán Io que sucede.
Este
corría detrás de una y de otra sin importarle, cuando de pronto vio
posada en un rosal Ia más bella mariposa
jamás vista, tenía grandes alas
de color azul cielo, con pequeños puntos
dorados que parecían estrellas,
sus antenas eran muy largas, su cuerpo olía a
rosas, tenía ojos muy
grandes y volaba como si danzara al compás
del viento.
El niño corrió tras ella tanto que finalmente
Ia mariposa se
cansó y se dejó atrapar. El pequeño Ia tomo
suavemente y al guardarla
escuchó una voz que le
decía:
-Libérame por favor, si me encierras moriré.
El niño miro hacia
todos lados, se preguntaba de donde vendría esa voz,
depronto sopló un viento muy fuerte, Ias
hojas de los árboles comenzaron a
caer, Ias flores se marchitaron, Ias aves
huían de sus nidos, el niño no
comprendía Io que
estaba sucediendo, entonces del tronco de un viejo roble
surgió un rostro lleno
de sabiduría:
-Has cometido un grave
error, tienes en tu poder a Ia reina de Ias hadas y si
no Ia liberas cuanto
antes todo este bello paisaje desaparecerá.
Sin pensarlo comenzó a buscar entre todas Ias
botellas, sabía que Ia última
mariposa que había atrapado era sin duda la
hada a Ia que el sábio roble
se refería, finalmente Ia encontró y tan
rápido como un remolino Ia libero.
De Ias alas de Ia mariposa comenzaron a salir
luces de diversos colores
que viajaban a través de los árboles, de Ias
flores y todo poco a poco volvió
a ser como antes, frente al niño apareció un arcoiris y de este bajó una guapísima
muchacha de cabellos rubios y rizados, Ias hermosas alas a su espalda
aleteaban suavemente, tenía una mirada muy tierna y con una sonrisa agradeció al niño por
haberla liberado.
Al marcharse, el pequeño miró Ias demás botellas y libero a todas Ias mariposas
que quedaban atrapadas, estas volaron posándose en Ias flores, fue así
que el jardín se llenó de colores y suave perfume.
Miguel García Robles