jueves, 19 de septiembre de 2013

La mariposa encantada


La mariposa encantada.  
Una tarde un niño se encontraba cazando mariposas, Ias atrapaba y luego
Ias encerraba en una botella de cristal, claro que sé que este niño no hace
Io correcto, pero terminen de leer el cuento y verán Io que sucede.
Este   corría detrás de una y de otra sin importarle, cuando de pronto vio
posada en un rosal Ia más bella mariposa jamás vista, tenía grandes alas
de color azul cielo, con pequeños puntos dorados que parecían estrellas,
sus antenas eran muy largas, su cuerpo olía a rosas, tenía ojos muy
grandes y volaba como si danzara al compás del viento.
El niño corrió tras ella tanto que finalmente Ia mariposa se
cansó y se dejó atrapar. El pequeño Ia tomo suavemente y al guardarla
escuchó una voz que le decía:
-Libérame por favor, si me encierras moriré.
El niño miro hacia todos lados, se preguntaba de donde vendría esa voz,
depronto sopló un viento muy fuerte, Ias hojas de los árboles comenzaron a
caer, Ias flores se marchitaron, Ias aves huían de sus nidos, el niño no
comprendía Io que estaba sucediendo, entonces del tronco de un viejo roble
surgió un rostro lleno de sabiduría:
-Has cometido un grave error, tienes en tu poder a Ia reina de Ias hadas y si
no Ia liberas cuanto antes todo este bello paisaje desaparecerá.
Sin pensarlo comenzó a buscar entre todas Ias botellas, sabía que Ia última
mariposa que había atrapado era sin duda la hada a Ia que el sábio roble
se refería, finalmente Ia encontró y tan rápido como un remolino Ia libero.
De Ias alas de Ia mariposa comenzaron a salir luces de diversos colores
que viajaban a través de los árboles, de Ias flores y todo poco a poco volvió
 


a ser como antes, frente al niño apareció un arcoiris y de este bajó una guapísima muchacha de cabellos rubios y rizados, Ias hermosas alas a su espalda aleteaban suavemente, tenía una mirada muy tierna y con una sonrisa agradeció al niño por haberla liberado.

Al marcharse, el pequeño miró Ias demás botellas y libero a todas Ias mariposas que quedaban atrapadas, estas volaron posándose en Ias flores, fue así que el jardín se llenó de colores y suave perfume.

 

      Miguel García Robles