Buena Lección.
El sol comenzaba
a salir, calentando suavemente Ia tierra, Ias flores abrían sus pétalos ofreciendo su olor y Ias mariposas
revoloteaban felices entre ellas. Las abejas iban y venían laboriosas,
en el follaje de los árboles se sentía el revolotear de los pájaros y a un
riachuelo pasear con su agua cristalina.
De un agujero en el
tronco de un pino brotó el suave canto de una paloma, tan suave como aquellas
nanas que nos canta mama para dormir y que nunca olvidamos, Pues bien este canto que se escuchaba
anunciaba el nacimiento de dos pichones de un suave plumón. Así pasaban los días,
los dos pichones fueron creciendo dentro del nido mirando de vez en vez el
bello paisaje, las enormes montañas, las cristalinas aguas del rio, Ia tierra
labrada; pero había algo que a los pichones les encantaba ver: las nubes, adoraban
verlas vagar, cambiar de forma era para ellos muy divertido, sonaban con poder
llegar a ellas y volar alegremente a su alrededor.
El tiempo pasó y el
plumón de su cuerpo cambio por blancas y brillantes plumas, era Ia hora de
aprender a volar, sus padres los llevaron fuera del nido, extendieron sus alas
y se lanzaron al aire en vuelo torpe, pero feliz. No debían alejarse mucho pues
aún no estaban preparados, así que muy pronto escucharon la llamada de su
madre, debían regresar. Los pichones miraron a
Ias nubes, aún estaban muy lejos, no podrían
alcanzarlas así que decidieron regresar.
Una tarde uno de los pichones que no se cansaba de
mirar Ias nubes aprovechó que sus padres
habían salido en busca de alimento y escapó, voló directo a ellas pero en tan
solo un instante estas se volvieron grises, el viento soplaba húmedo con olor a
tierra mojada, era un viento fuerte que podía mover Ias ramas más gruesas, arrastraba Ias hojas caídas
de los árboles, el horizonte era gris intenso y este a cada rato se
iluminaba seguido de grandes estruendos.
Las palomas regresaron al nido para proteger a sus pichones, pero faltaba uno,
Ios padres buscaron por todas partes y no Io encontraron. Afuera las gotas de lluvia se hacían más fuertes,
tanto que no se podía ver absolutamente nada. En los ojos de mamá paloma
también había lluvia, pero esta
lluvia eran lágrimas que salían de sus ojos, sabía que su pequeño aún no estaba listo para volar, además sabía que el aire
fuerte le haría perder el rumbo.
Pasaron horas hasta que llegó al nido un pichón
de paloma muy mojado, cansado
de luchar contra el viento, el frio y el hambre. Mama paloma rápidamente Io metió entre sus alas, dándole
calor y comida. El pichón esperaba
un fuerte regaño pero solo recibió el cariño y el amor de sus padres. La tormenta pasó, el sol brillaba de nuevo y allí
estaban las nubes blancas con sus
diferentes formas en constante cambio, el pichón las miraba esperanzado pues sabe que un día su madre le dirá que ya es tiempo de volar.
Miguel García Robles
Diccionario-
Follaje= conjunto de hojas de los árboles
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